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1.774 km. en Huevo

La travesía de los Andes es una idea recurrente. Cada tanto aparecen aventureros que quieren traspasarla a caballo, a pie o en globo aerostático. Del 6 al 20 de enero un grupo de seis uruguayos inaugurará el cruce montados en huevitos, de esos que tienen una sola puerta, adelante, y en los que caben dos personas si no son muy grandes. Cada vehículo irá ocupado sólo por el conductor.

 


La idea es llegar a Mendoza y allí encontrarse con un grupo de isetteros chilenos y una unidad argentina proveniente de Buenos Aires, con quienes irán a Santiago y luego a Viña del Mar.

 
 


  Juan Pozzi, desde Montevideo en un Isetta 300.  


Más detalles de la travesía pueden verse en www.casym.com.ar

 

UN AUTO PENSADO COMO AVION

El microauto refleja la realidad de la Europa de la posguerra. La situación económica era complicada: falta de materias primas y de recursos de todo tipo, penurias y racionamiento.

Ser dueño de un auto era un sueño fuera del alcance del hombre de la calle y el microauto apareció como la solución. Entre los numerosos modelos de microcoches que empezaron a pulular por las carreteras europeas en la década de 1950, el de inspiración más netamente aeronáutica es el famoso huevo rodante italiano Isetta.

La idea fue del empresario Enzo Rivolta, quien entendió que el error de los microcoches era querer llevar a la mínima extensión un modelo de auto ya existente, en lugar de crear un modelo nuevo que tuviera en cuenta el tamaño.

Con esa premisa fundamental, contrató a un ingeniero aeronáutico, Ermenegildo Preti, quien no tenía experiencia previa alguna en el diseño de coches. El principal hallazgo de Preti fue abrir el coche únicamente por la parte frontal, una idea de quien piensa más en un avión que en un auto.

Preti tampoco pensó en una carrocería sino más bien en la carlinga de un avión, una caja ovoidal con amplias aberturas que le permitía disponer de la misma visibilidad que un avión de reconocimiento. Las condiciones que tenía el ingeniero para trabajar eran tres: Debía crear un diseño específico para un microcoche, sacarle el mejor resultado al motor y a un costo de producción y mantenimiento que fuera la mitad de un Fiat Topolino.

Lo logró, pero fue la BMW la que, bajo licencia, impuso la Isetta en el mercado.


Agradecimientos a:
Sebastián Cazorso y Alejandro Morales (Isetta Club de Chile).
Juan Pozzi (Uruguay).
Ernesto M. Parodi, Club Argentino de Scooters y Microautos (CASYM).

 


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